Muchas veces, el deporte encuentra ídolos y referencias en lugares más allá de la lógica. Es sencillo descubrir un buen futbolista, jugador de baloncesto o tenista en España, un país en el que estos tres deportes copan la cima de los más practicados y seguidos. Y, al mismo tiempo, es difícil explicar cómo Carolina Marín, Ander Mirambell o Javier Fernández, entre muchos otros, llegaron a dominar sus respectivas especialidades. Pero el deporte tiene esa mística que es difícil de explicar.
Es curioso comprobar cómo hay ciertos deportes a los que parece enfocarte la propia nacionalidad: los deportes de invierno o la bicicleta son algunos claros ejemplos, donde es prácticamente misión imposible ver a deportistas africanos. Pero no deja de ser menos llamativo que en un deporte universal como el tenis no sea habitual ver a deportistas asiáticos llegar a lo más alto del ránking. Y precisamente con ese estigma quiere acabar el protagonista de esta semana.
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Hasta hace escasas semanas, ningún jugador chino había sido capaz de levantar un título ATP. En un país con 1.400 millones de habitantes, ni uno solo de ellos había sido capaz ni tan siquiera de meterse en una final de uno de los grandes circuitos del torneo. Y, es más, no había logrado meterse entre las setenta mejores raquetas del mundo. Pues bien, ahora un joven de 23 años ha derribado todo tipo de muros y lo tiene todo para convertirse en un jugador de primer nivel.
Y es que Wu Yibing es un jugador diferente. Desde pequeño, se vio muy atraído por el tenis, que practicaba su madre. No tardó demasiado en demostrar que tenía cualidades para jugar a un deporte no demasiado habitual en China, por lo que sus progenitores no dudaron en buscar las mejores academias y entrenadores por todo el mundo para mejorar su nivel. Así, no tardó en recalar en España, pero la presión que su madre le imponía era realmente elevada.
Fue mejorando su nivel, pero todo siempre era poco para su progenitora, que le hacía trabajar más allá de los límites de la lógica. Era tan severa que, incluso, le llegó a obligar a jugar partidos estando lesionado para no perder patrocinadores. Y esos problemas de niñez le terminaron por pasar factura en la adolescencia. Llegó incluso a romper relaciones con su madre y, aunque comenzó a disfrutar del tenis, las lesiones comenzaron a cruzarse seriamente en su camino.
Solo era un crío cuando Wu Yibing ganó el US Open júnior, poniéndose en boca de los expertos. Tan increíble era su destreza que Roger Federer y Novak Djokovic no perdieron la oportunidad de entrenar con él, quedando gratamente sorprendidos con sus capacidades. Llegó el momento de dar el salto al profesionalismo... y todo se truncó: la pandemia de covid y lesiones en espalda, hombro, muñeca y codo, que le hicieron pasar por quirófano, le dejaron casi sin competir entre 2019 y 2022.
Pero Wu Yibing no solo no se rindió, sino que era consciente del potencial que tenía para poder triunfar en el tenis. Y su primera gran oportunidad llegó en el US Open del pasado año. No solo se convirtió en el primer jugador chino capaz de ganar un partido en un grande en más de 80 años, sino que alcanzó la tercera ronda, donde cayó con Daniil Medvédev. Y, solo unos meses más tarde, se ha convertido en el primer chino en ganar un torneo ATP, tras lograr la victoria en Dallas.
En suelo norteamericano derrotó a Mmoh, Shapovalov, Mannarino, Fritz e Isner en la final para hacer historia. "¿Puedes, por favor, fallar un golpe?", le llegó a gritar el francés en cuartos ante la impotencia de ver cómo Wu Biying no erraba casi nada. Ahora es el 67º jugador del mundo y el chino está dispuesto a seguir creciendo: solo tiene 23 años y tiene mucho recorrido por delante. El juego lo tiene: ahora, solo queda que siga confiando en sus enormes capacidades.